Veintiséis putas horas sin dormir,
veintiséis putas horas trajeado,
aunque no puedo negar que más putas han sido
las de los dieciséis años que te he estado esperando.
Y hoy que al fin llegas,
hoy que al fin te encuentro,
estos pies ensangrentados
y estos labios secos,
que nunca pararon de escupir(te),
que nunca pararon de llorar(te)
solo tratan de impresionar
con una rasgada y malvada sonrisa
a la mujer de tus tacones
y a la niña de tu mirada
que a mis rojos ojos enamora.
Y me duele la cabeza
de tanto recordarte.
Que esta resaca invulnerable
no es de alcohol, fiesta o sangre,
esta resaca que tanto escuece
es de no poder quererte.
Y duele mucho no poder quererte,
casi tanto como las horas que llevo sin dormir,
sólo imaginándote:
Ya son más de veintisiete, todas ellas
inventando excusas para tener algo que escribirte.
Sigo con resaca de ti.
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