25 de octubre de 2013

Escribiendo a tus ojeras.

Eran noches de insomnio,
de momentos eternos
perdidos entre líneas,
Benedetti, Bukowski, Lorca...

Y escribirte con arañazos en el cuello,
escribir a la sombra de tus ojos,
que desde la oscuridad
me roba susurros
sin más consideración
que la locura en nuestra mirada.

Y despertarme en tus sombras,
pero sólo en sueños,
porque tu reflejo 
en aquel tren de Atocha
se perdió en los cruces
del recuerdo...

Se perdió y sigo esperando
que tus ojeras vuelvan,
que vuelvas,
a iluminar oscuridad
como aquella noche
iluminaste Atocha,
todo Madrid.

9 de octubre de 2013

Martes.

Salir de amarillo, para tentar a la suerte, y que la suerte me tiente a mi poniéndome una litro camuflada de plástico verde en mis manos. Y beber un martes como si no hubiera miércoles. Ayudado por vodka, blanco, morado y de todos los colores, olvidar que la aceleración normal es la velocidad al cuadrado partido del radio de curvatura, y perdido en la curvatura de tu sonrisa volver a beber de eso que sabe a -me-parece-que-hoy-no-duermo-sin-soñar- y dar otro trago a tu recuerdo para acabar brindando con los labios de aquella a la que, en vez de su zapato, me de un buen trago a su cubata.

Y mañana, miércoles de resaca, dar las gracias a Cervantes, por un martes de tientos, también a la suerte; vestido de amarillo, una litro y mucho vodka; mientras en una noche de frío y estrellas, besarte tus labios secos, sabor melancolía.

4 de octubre de 2013

Libre, contigo.

Nos sorprendió el abismo
cada vez que sobrevolamos
la insensatez de tus rojos labios,
rozando los míos, 
secos

Volví a tu cuello y entonces, 
no fue tiempo para complejos,
volamos alto,
sobre nuestros miedos.

Y recostado sobre tu pecho,
te sentí,
como nunca,
libre.

Sin abismos, 
sin complejos
y sin miedos.
Sin cadenas.
Libre.
Sin más.