He arañado un final al viento. Un final con susurros, pero sin más despedida que nuestros versos, sin más despedida que una noche de insomnio, a la luz de la poesía.
He sangrado tinta demasiadas veces y ahora tengo los bolis secos... Demasiadas madrugadas esperando a escribirte, esperando a vivir.
Y joder, tu tan lejos, sin finales en el mundo de la eternidad, sin miedo a tratar mal las metáforas y que estas lloren y llenen todo de tachones, como si las palabras hubieran bebido demasiada cerveza...
He soñado con quedar escrito en tu cuerpo, con tatuarte un verso en la clavícula, junto a Madrid. -He arañado un final al viento- en tu piel, rozando tus lunares, que cuando te mires al -espejo-roto-de-mala-suerte- lo leas y te den ganas de ganar miles de finales a la vida, cientos de suspiros al viento... De eso, que a mi ya no me queda.
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