3 de julio de 2013

Noche, lágrimas y libertad

Sus ojeras, que no eran más que el reflejo de una inmensa belleza y del cansancio acumulado por un esfuerzo  en balde, volvieron a brillar e iluminaron así la noche más oscura de las que logré recordar; sus eternos ojos marrones que habitualmente habían sido los faros que me guiaban hacia la tranquilidad más profunda, hacia la respiración más pausada, hoy, esta noche de oscuridad, cuando más los necesitaba, se encontraban nublados, difuminados por una lágrima, dos, o quizás tres que rozando el filo de aquella fina nariz se adentraban en la cueva que suponían sus labios, esos preciosos rojos labios, que con la separación de un pequeño lunar, resaltaban el blanco abismo que suponía su cara; y todo, para que aquella pequeña lágrima, tratada por su piel con sumo cuidado,desembocara en el infinito mar de su cuello, en el que tantas veces perdido me había encontrado.

Su espalda ,que conocía como un cartógrafo conoce sus mapas, pegada a la mía trasmitía un reflejo de desesperanza, un grito similar al de Van Gogh, demasiadas imágenes, imágenes de lo que un día fue su gran sueño, y hoy, tres años y mil golpes después eran su pesadilla más grande, su angustia más opresora, el signo de la huida de aquella lágrima que emigraba de sus ojos para perderse, para encontrarse en el vacío, símbolo de una libertad robada, robada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario