He decidido esperar al silencio, tumbado en las vías del tren -próxima y única parada, olvido-.
Con algo de suerte, el humo que anuncia su llegada, o la tuya (aún no lo tengo demasiado claro) me ahogará y el problema no es que la sangre se quede sin oxígeno, la movida es que mi tinta se quedará sin tus ojos.
Y mientras espero que me sellen (con tu indiferencia) el billete del -uno más-, sigo tumbado, mirando al sol, quedándome ciego, no quiero mirar si no es a tus lunares, y encontrar el camino.
Joder, que calor hace en el mundo de los des (-pedidas, -esperanzas...). Tengo sed y se me ha acabado la cerveza... Sospecho que sólo me quedan lágrimas.
Te avisé, la realidad era demasiado pura y el tu demasiado adictivo.
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