29 de junio de 2013

Poesía y cascos.

Poesía, cascos y poco más para noches como esta.

No recuerdo cuando, 
por primera vez te miré
y no me hablaste tú, 
si no que me susurraron 
tus marrones ojos traviesos. 
Traviesos, con ganas de jugar,
 de jugar a pillarnos. 
Pillarnos, pero sólo indirectas,
 que como bala de plata,
 iban derechas a tus labios.
 Y tus labios fueron los culpables 
de que hoy duerma,
como un yonkie 
solo con mi dosis de poesía 
y realidad escupiendo
como sangre
en mis mordidos cascos.

Leer eternamente a Benedetti, 
sin luz, pero con la ventana abierta. 
En esta noche.
En esta madrugada que ya agoniza
donde las musas escapan
volando y sin rumbo
hacia las estrellas
que lloran por el dolor.
Dolor de no poder leerte,
sólo observarte,
sin llegar a tocarte.

Cuatro de la mañana,
mis cascos siguen escupiendo, 
la poesía sigue brillando,
y la luna, 
que tus lunares esconden,
apagada.
Apagada, 
como mi sueño,
ahogado en ganas de escribirte,
ahogado en ganas de susurrarte.

Poesía, cascos y poco más para noches como esta.

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