23 de junio de 2015

Carta a la eternidad.

Siento si he tardado en escribirte,
es que estuve luchando contra el insomnio;
esconder las lágrimas 
lleva su tiempo,
y aceptar la derrota,
aprender a perder,
siempre me ha costado.

Todo sigue,
no igual,
pero sigue.

Hoy empezamos la mudanza.
Empaquetar recuerdos
nunca fue algo fácil,
quizás el miedo al olvido sea demasiado fuerte
o quizás sea que aun siento frío
al volver la vista atrás.

Y es que ya ha pasado el tiempo.
Siete meses
desde que sentí el vacío mas grande
que estas metáforas,
proyecto de vida, 
recuerdan.
Siete meses 
desde que soñaste por ultima vez.
Siete meses 
desde qué el silencio
decidió que te quería sólo para el.

Pero las heridas siguen abiertas,
(o las cicatrices son demasiado grandes,
 no lo tengo claro)
las piernas temblando,
los labios sangrando,
a los versos ya nadie les susurra,
y mamá...
mamá sigue sin poder dormir.
No nos lo dice,
pero te echa de menos.
Como todos.

Porque volaste un soleado domingo
que dio paso al invierno mas frío de la historia.
Porque cada página de mi día a día
lleva tu marca en la esquina.
Porque dejaste en mi piel
la firma de la eternidad,
la huella de tu mirada.
Porque joder...
Te sigo necesitando.

Pdt: tus libros me los he quedado,
Neruda estaba demasiado sólo,
y su olor a poesía me recuerda a ti.

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