9 de mayo de 2014

Inflexión

Me he quedado con los bolis secos, las noches se han vuelto frías y a las metáforas ya nadie las susurra.
El mundo, mi mundo, ahora es un grito, un grito de silencio, que se derrumba entre las llamas del olvido, a la luz de ninguna mirada.
Y es que sigo esperando que tus ojos verdes respondan a alguna de mis llamadas de socorro en forma de guiño a la jodida realidad, esa que te lleva lejos de mis versos, que más que nunca se han quedado sordos. Vacíos.
Y es que estoy cansado de las sonrisas que son lágrimas, de los saludos que son despedidas, de las heridas sin sangre... Necesitaba gritar, mucho, alto. Arder, como París en el 68. Para ahora poder volver(te) a susurrar

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