29 de mayo de 2015

Esencia.

Hace ya demasiado que bailas entre el arte,
que haces magia con la sonrisa,
y dibujas esas miradas infinitas que hasta Van Gogh miraría con envidia.
Hace ya demasiado, que haces poesía de la vida,
o vida de la poesía, (no lo tengo demasiado claro aún). 

Que llevas una vida enseñando a las noches
que en la oscuridad no sólo brilla la luna,
y que las estrellas no son más que los lunares de tu espalda
guiando al poeta a tu almohada,
abriendo la puerta al sueño.

Porque has sido la musa de amaneceres lluviosos
en el invierno más frío que ha aguantado este boli, 
ya sin apenas tinta.

Porque te he visto llorar con las manos vacías 
como lloraron las palabras un ya lejano 18 de agosto,
pero también he visto a la eternidad
 asomarse al abismo de tu clavícula,
y sentir vértigo,
miedo al vacío, al olvido.

Y es que en tu piel tienes escritas 
las letras más bonitas que a visto Madrid salir de Atocha, 
y claro, ¿así cómo voy a poder dormir?
Si tus piernas son las hermanas gemelas del insomnio, 
y tengo cada uno de tus susurros tatuados en mis labios,
que no se han cansado de sangrar desde el último beso,
desde el último -te echo de menos, idiota-

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